En la actualidad, las nuevas tecnologías de comunicación e información –cuyo paradigma es Internet– y los medios audiovisuales, multiplican al infinito las pantallas desde las que miramos el mundo.
Esta realidad amplifica nuestras posibilidades de comunicarnos y aprender, a la vez que reestructura la percepción y modifica los procesos cognitivos. Surge entonces un nuevo sujeto, habituado a leer discursos audiovisuales, fugaces,
fragmentados, dinámicos, que lo implican emocionalmente.
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